Carta abierta de la Decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile

María Eugenia Góngora
Decana
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile

Estimados profesores, funcionarios y estudiantes,

En el marco del proceso de reflexión institucional sobre la Educación en la Universidad de Chile, me permito compartir con ustedes algunas consideraciones.

Como Facultad de Filosofía y Humanidades hemos participado activamente en las discusiones institucionales relacionadas con el tema de la Educación, la Formación de Profesores y la necesidad de que la Universidad de Chile recupere el liderazgo que históricamente ejerció en este campo.

Ahora, a comienzos del año 2014, podemos afirmar que hemos recorrido al menos parte de un camino en la deliberación sobre cuál es el rumbo más propio de la Universidad, el más legítimo y el más pertinente, dada la necesidad de otorgarle un sentido crítico a la recuperación de la educación chilena y, al mismo tiempo, el que esté más fundamentado en nuestras reales capacidades, y en la experiencia y aprendizaje de lo que hemos hecho y construido en estos años.

Seguimos pensando que las unidades académicas del Campus Juan Gómez Millas son las que deben jugar un papel fundamental en la definición e implementación de este proyecto educativo, teniendo en cuenta la existencia de programas de Formación de Profesores tanto en nuestra Facultad como en las facultades de Ciencias y de Ciencias Sociales, en sus programas de pre y postgrado. También por el hecho de que en las facultades del campus Juan Gómez Millas se encuentran las disciplinas que conforman el currículo escolar. A su vez, nuestras unidades se asocian también muy estrechamente a la Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas, al formar parte del Proyecto Transversal de Educación de la Iniciativa. Por último, es necesario señalar que desde hace ya varios años hemos impartido, a través del Programa de Educación Continua, un número significativo de cursos y programas de postítulo para profesores, tanto de Educación Básica como de Educación Media. Ello constituye un aporte relevante que permite mejorar las condiciones de la enseñanza mediante diversas iniciativas de desarrollo profesional para el magisterio, no solo en Santiago sino también en diversas ciudades del país.

Valorar la memoria histórica de nuestra institución no es un gesto nostálgico, es un gesto necesario y es un gesto de justicia. En el año 1981, la Facultad de Filosofía fue duramente intervenida por el gobierno militar, privando por un acto administrativo a la Facultad y a la Universidad, de la formación de profesores. Esa tarea estuvo siempre ligada a las humanidades y a las disciplinas que en el presente se cultivan también actualmente en nuestro campus: las Ciencias, las Artes, las Ciencias Sociales y las Comunicaciones.

Después de la intervención de 1981, la Facultad de Filosofía y Humanidades instaló en el año 1994 un Programa Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos, dedicado a la formación de profesores en Educación Media con menciones, el actual DEP, que se convirtió en Departamento en el año 2007. Dicho programa tuvo un carácter pionero y ha mantenido, desde su inicio, el sello de la Universidad de Chile. Hoy podemos afirmar que a través del DEP , nuestra Universidad forma profesores de educación media en diez áreas del currículo escolar. Existe allí un modelo formativo, una visión de la pedagogía y una experiencia acumulada de casi 20 años, que pensamos debe ser un eje central en la construcción institucional futura de las pedagogías en la Universidad de Chile.

En la actual coyuntura, pensamos que el trabajo que se inició hace casi 20 años, y que constituye el actual DEP, debe ampliarse y fortalecerse, integrándose con el de otras unidades académicas de la Universidad, y apuntando a mejorar su impacto nacional y sus niveles de calidad, en un modelo institucional flexible, que garantice la creatividad e interdisciplinariedad, y potencie las actividades de investigación de sus académicos, sin perder su asociación con las Humanidades.

Esa asociación permite reforzar, sin duda, la capacidad de reflexión disciplinaria que enriquece los procesos de enseñanza y que permite la verdadera innovación, atendiendo a que la construcción de ciudadanía y los procesos de construcción y transmisión cultural que tienen lugar en la educación requiere de una permanente reflexión y debate sobre los sentidos y los proyectos de sociedad y de ser humano que subyacen al acto pedagógico. Como se ha planteado desde la Filosofía y desde otras disciplinas, la reflexión humanista es quizás más necesaria que nunca hoy en la educación en un entorno de cambio social y de incertidumbre.

Estamos en una etapa en la que se debe proponer una institucionalidad responsablemente, tomando en cuenta nuestras verdaderas capacidades y aprendizajes de estos años, y teniendo como actores protagónicos a quienes hoy forman y quienes son formados como futuros profesores y profesoras dentro de la Universidad. La contribución que se hace a la formación y perfeccionamiento de nuestro magisterio y a nuestra población escolar se da a través de un trabajo permanente con los saberes y experiencias que poseen los y las docentes de las aulas escolares. Nuestro proyecto educativo se enriquece a través de una relación colaborativa y recíproca con las comunidades educativas de los distintos lugares del país, con las culturas locales y los saberes propios que ahí emergen. La generación de comunidades de aprendizaje en la formación inicial docente y continua permite proyectar lo realizado y hacer también aportes significativos y audaces.

El Consejo de la Facultad de Filosofía y Humanidades, que ha participado y se ha mantenido constantemente informado sobre este importante tema, apoya el modelo institucional que hemos denominado Instituto de Estudios Pedagógicos, y que pensamos, reúne las cualidades de flexibilidad, interdisciplinariedad, capacidad de trabajo interfacultades y que mejor responde al desarrollo y maduración actual de los proyectos académicos en formación de profesores de nuestra Universidad. En este sentido, pensamos que lo más razonable es que la Universidad aproveche plenamente nuestra experiencia como Facultad, en especial en materia de formación de profesores, fortaleciéndola con el apoyo y participación de todos los grupos académicos que en la universidad se dedican a temas afines a la educación, y al estudio de los procesos de aprendizaje.

El tema de la formación de profesores está en nuestras raíces históricas como Facultad, es parte constitutiva de nuestro proyecto actual de desarrollo institucional, forma parte de nuestro trabajo actual y cotidiano como Facultad, y está en nuestra voluntad y motivación como unidad académica proseguir con esta tarea en el futuro.

En este momento, después de una primera etapa de debates que se han realizado en diversas comisiones institucionales, pensamos que no solo está en juego la creación de una nueva institucionalidad. También están en juego, una vez más, los modelos de educación, los que ya tenemos y los que queremos para el futuro. En esta discusión, estimo que debemos pensar en cómo asegurar un modelo de formación de profesores que no signifique una simple adaptación, sin reflexión ni crítica, a un sistema educacional como el que hasta ahora existe en nuestro país y que evidenció su crisis durante el año 2011; los estudiantes y el movimiento social lo han denunciado en su trasfondo estructural, como reproductor de desigualdad y de inequidad en Chile. Por lo mismo, nuestra respuesta no debe sostenerse solamente en la urgencia del cambio, sino que, por sobre todo, en la pertinencia, perspectiva y profundidad de nuestra concepción pedagógica.

La formulación de nuevas formas de institucionalidad ha tenido el mérito de promover el ejercicio de una nueva mirada y de una evaluación de nuestras tareas como Facultad. En este contexto, la mirada hacia la historia vuelve a ser necesaria. Históricamente, el Instituto Pedagógico fue una solución institucional innovadora, y así también es posible encontrar ahora soluciones institucionales que aseguren de mejor forma un trabajo transversal entre distintas Facultades y unidades académicas que efectivamente tienen los saberes y los cuerpos docentes para llevar adelante la formación de profesores y la investigación en Educación.

Volviendo a nuestro presente más inmediato, como Facultad de Filosofía y Humanidades, podemos mencionar algunos de nuestros aportes en los últimos meses; durante el mes de diciembre de 2013 el Departamento de Estudios Pedagógicos graduó a 100 estudiantes de Pedagogía en Enseñanza Media; continuamos nuestra asociación con la Facultad de Ciencias en una Pedagogía bidisciplinar en Física y Matemáticas iniciada en el año 2005 y estamos trabajando con la misma Facultad en la creación de una nueva Pedagogía en Biología y Química, en el marco de un Convenio de Desempeño para la formación de profesores, la que comenzará en marzo de 2015. Por otra parte, en este momento se encuentran en fase de desarrollo bastante avanzado tanto un Magister en Didáctica a cargo del DEP como un Magister en “Filosofía, política y educación” bajo la responsabilidad del Departamento de Filosofía de nuestra Facultad.

En materia de capacitación de profesores en ejercicio, en los niveles de Básica y Media, en el Programa de Educación Continua tuvimos una matrícula de 1800 profesores durante el año 2013 y para enero del 2014, se han matriculado ya 700 profesores en nuestros cursos. Además, en el nivel de las propuestas sobre Educación Básica para la Universidad de Chile, podemos mostrar también el significativo trabajo elaborado por un grupo de académicas de los Departamentos de Estudios Pedagógicos y de Filosofía, en asociación con un grupo amplio de especialistas. Este se ha traducido en un documento abierto a la comunidad universitaria: “Bases para una propuesta de formación inicial docente de Educación Básica”, que ha sido ampliamente difundido.

También quisiera destacar la participación del DEP en proyectos nuevos y complejos, en áreas formativas poco desarrolladas o de frontera, como el trabajo con el SENAME con el desarrollo de una propuesta educativa para jóvenes infractores de ley. Por otro lado, cabe destacar el trabajo que realizaron académicos y estudiantes del DEP durante el año 2013 (junto a otras unidades académicas de nuestra universidad, como Psicología y el Departamento de Educación de Facso) en la Escuela República Dominicana de La Florida, oponiéndose al cierre de colegios públicos; durante este año lograron educar exitosamente a un grupo de casi 80 niños y niñas que han sido promovidos de curso bajo la modalidad de exámenes libres; en este mismo sentido, abrieron paso a una experiencia pedagógica original de “autogestión comunitaria”, que ha sido ampliamente comentada en diversos medios pedagógicos y de comunicación del país.

En síntesis, pienso que una auténtica y responsable apuesta académica de la Universidad de Chile no pasa solamente por la posibilidad de optar a fondos provenientes de un convenio de desempeño que un Gobierno eventualmente pondría a disposición de la Universidad, sin negar por ello que el tema del financiamiento es, por cierto, relevante. De hecho, una iniciativa como la que proponemos supone, en primer lugar, asumir con seriedad, con realismo y con creatividad las exigencias que un verdadero liderazgo en educación requiere de parte de la Universidad de Chile.

Por lo mismo, invito a nuestra comunidad a informarse y a hacer propuestas constructivas, aportando al fortalecimiento de una propuesta educativa para el país, a la formación inicial y continua de profesores y a la investigación en educación, fundando ese proyecto en nuestra experiencia y en nuestra historia institucional.

María Eugenia Góngora
Decana
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile

Enero 2014