[Opinión] Evaluaciones Estandarizadas: ¿El fin de la Educación?

En las últimas semanas se ha vuelto a reponer un debate muy significativo que ha puesto en cuestionamiento público la aplicación de la prueba SIMCE. Las evaluaciones estandarizadas están vinculadas a lo que se conoce como – teach to test- es decir, “enseñar para el examen”. Es un enfoque cuyo origen se vincula al programa estadounidense llamado NCLB, No Child Left Behind Act (Que Ningún Niño Se Quede Atrás), inaugurado años atrás en la administración de G. Bush, que apuntaba a instalar mediciones estandarizadas para el sistema escolar norteamericano a fin de ayudar a mejorar la educación en ese país.

por Iván Páez P.

Ese enfoque tendió a instalarse en varios países, generándose una verdadera red global de implementación de mediciones estándares en educación. Actualmente ese enfoque está cuestionado, ya que ha propiciado que las escuelas empiecen a restringir su perspectiva pedagógica, y se encaminen solo a preparar para rendir un examen nacional. Los resultados escolares ya no se perciben asociados a los aprendizajes alcanzados, sino que se vinculan solo a los resultados de ese examen. Así, las comunidades educativas van perdiendo finalmente el sentido del por qué y para qué se ocupan esos instrumentos. Se vive una presión desde la aplicación de la medición estándar a la Escuela, y ésta reacciona reduciendo su misión educativa a una mera métrica que le va restando libertad y creatividad tan necesaria para la enseñanza integral y de calidad.

El “enseñar para el examen” nos aleja del objetivo de formar personas con capacidad de reflexionar o profundizar contenidos y asociarlos a sus propios proyectos y situaciones de vida. Los estudiantes se presentan cada vez menos motivados al percibir que esos exámenes estandarizados enfatizan solo la memoria, la retención de contenidos, sin atender los contextos, sin considerar otras destrezas y habilidades que ellos tienen y que no están incorporadas en esas mediciones estándares. Entonces, presiona a los estudiantes que ven restringida su formación solo a los resultados alcanzados en el examen estándar, pero también presiona al directivo porque un mal resultado estándar pone en cuestión su liderazgo y su labor; presiona al profesor y su capacidad pedagógica; y presiona a los apoderados y familias que relacionan la calidad de la educación con el resultado de esos exámenes.  [Continúa]

Leer opinión completa en Revista Perspectiva


IVÁN PÁEZ es Director Ejecutivo del Programa de Educación Continua para el Magisterio (PEC) de la Universidad de Chile.