Académicos chilenos y colombianos comparten experiencias sobre convivencia escolar

Una delegación de estudiantes y profesores colombianos trabajó con docentes de San Joaquín y Pudahuel en el marco de su visita por el proyecto de investigación comparada entre la casa de Bello y la Universidad Luis Amigó de Colombia.

 

Por Nicole Cardoch

Independiente de las barreras geográficas y culturales, una de las grandes preocupaciones al interior de la escuela hoy es la convivencia escolar. Tanto como para las políticas públicas como para aquellos que interactúan al interior del aula, se ha vuelto prioritario entender qué factores influyen en el deterioro de las relaciones en la comunidad educativa.

Un cuestionamiento que motivó a investigadores del Programa de Educación Continua para el Magisterio (PEC) de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile a promover la reciente alianza entre la institución y la Universidad Luis Amigó de Colombia. El objetivo que se propusieron es desarrollar un estudio comparado entre escuelas de ambos países.

“Sentidos de la ley, nociones y prácticas de la justicia en la comunidad educativa” es el nombre del proyecto que cotejará a una institución de Medellín y una de Santiago y que trajo el pasado mes a una delegación de académicos y estudiantes colombianos al país a colaborar con el equipo de investigadores de la casa de Bello, dirigidos por el investigador del PEC José Miguel Olave.

Los objetivos del proyecto son realizar una lectura comparada de los sentidos de ley, nociones y prácticas de justicia por parte de actores educativos, en contextos escolares de alta vulnerabilidad situados en ambas ciudades, a través de un análisis documental y de discursos recogidos por medio de entrevistas semi estructuradas, grupos focales y talleres participativos a los distintos actores del establecimiento Liceo Horacio Andaur de la comuna, San Joaquín y Centro de Estudios Para la Paz CEPAR.

Para Olave, la investigación está en una etapa inicial en nuestro país, donde es clave indagar en los actores de la escuela acerca de sus visiones y sentidos de la ley y la justicia. “Fuimos a la escuela y consultamos sobre las inquietudes de la comunidad. Sus preguntas en diálogo con nuestras preguntas están en etapa de análisis y de cruce de información con los colegas colombianos, en realidades que a pesar de la distancia suelen ser similares en torno a las nociones de vulnerabilidad de los casos escogidos”, afirmó.

Asimismo, para John Jairo García Peña, investigador de la Universidad Luis Amigó, uno de los aprendizajes fundamentales que se pudieron constatar en la visita fueron aquellos referentes a las diferencias y similitudes de ambos contextos. “Sobre lo cual fue grato encontrar enfoques conceptuales y metodológicos compartidos que buscan contextualizarse en beneficio de nuestras comunidades educativas, lo que produjo un intercambio académico tan fructífero para la investigación”, dijo.

Cambiando armas por lápices

Durante los días de su estadía en el país, la delegación de investigadores también tuvo la oportunidad de visitar el colegio Horacio Aravena Andaúr, además de participar en el Seminario Permanente de Convivencia, organizado por el Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la casa de Bello.

En esta última instancia, expusieron los avances y antecedentes del desarrollo de la investigación en el CEPAR, además de los desafíos a los que se enfrentó la institución al momento de su creación. En el CEPAR partieron cambiando armas por lápices, como explica María Elena Cerda, su directora.

“El trabajo se genera en el marco del proceso de desmovilización donde había que cambiar al comandante por un profesor, algo bastante complejo. Surge entonces la idea de crear un dentro exclusivo para la atención de desmovilizados, que empieza el 2005. Respondemos a necesidades de población adulta y los preparamos para la validación académica. Hemos diseñado campañas pedagógicas y trabajamos mucho la cultura de la legalidad. Se creó también el comité de convivencia que lo conforma un grupo de docentes y se hizo el manual de convivencia al que respondemos hoy”, señaló.

Por su parte la investigadora Liliana Estrada, agregó que la naturaleza de los grupos que atiende el CEPAR es lo fundamental para entender los desafíos en la convivencia escolar que ocurren al interior de sus aulas: “En el CEPAR se hace clases a aquellos ex combatientes de grupos armados, pero también a las víctimas del conflicto armado como las madres de La Candelaria que tienen a sus hijos desaparecidos, a la población analfabeta, a los desvinculados de la escuela, a las personas en ejercicio de prostitución, a jóvenes y niños desvinculados del conflicto, a personas con discapacidades físicas y cognitivas, a habitantes de la calle”.

En ése sentido, para la académica de FACSO Mónica Llaña, encargada del seminario, se rescata la relevancia de exponer este tipo de experiencias que presentan obstáculos similares en ambas latitudes. “La convivencia es complejísima, una verdadera caja negra donde uno ubica temas de discriminación, estigmatización, todo marca las relaciones humanas e inciden en como los sujetos aprenden. Quienes tenemos la voz somos los que estamos en las aulas. Seguimos buscando experiencias innovadoras y develar lo que hay en la caja negra. Cómo los actores estratégicos del sistema logran innovar en una convivencia así”.

La investigación entre ambas instituciones continuará a lo largo del año y la proyección que se hace del trabajo es integrar las distintas realidades de aula con sus similitudes y diferencias, teniendo en el centro aquello que beneficiará a ambas comunidades educativas.

 

 

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