La política educativa y los docentes
Especial Semana del Profesor
En la semana en que se conmemora el Día del Profesor
Falencias y falta de control
En la semana en que se conmemora el Día del Profesor, presentamos una serie de artículos sobre el quehacer docente de la Revista Perspectiva, dedicada a reflexionar sobre este tema.
Por José Miguel Olave
A nivel internacional es acuerdo de realidad presente la confianza que se posee en la educación para el desarrollo de los pueblos. Esta confianza es acompañada por las presentaciones de diversas organizaciones internacionales tales como UNESCO, OIE, OCDE y Banco Internacional, quienes coinciden en recomendar una serie de políticas que buscan asegurar la calidad de la docencia.
Estas orientaciones tienen una característica fundamental, el reconocer y ordenarse en relación a las fases o etapas de la trayectoria profesional del magisterio como es la selección, formación inicial, certificación o habilitación y desempeño. Los Estados establecen entonces una serie de medidas para cada una de estas etapas o fases, como capturar a los mejores talentos que egresan del sistema escolar y conducirlos con una serie de incentivos hacia las carreras de pedagogía.
En tanto, se menciona la necesidad de elevar la calidad de la formación inicial, ofreciendo sólida formación en el conocimiento de las disciplinas y la pedagogía, con consistentes experiencias de prácticas. Como una medida complementaria, se establece implementar un sistema de acreditación para las carreras que implementan programas de pedagogía, se valora la pertinencia de instancias de acreditación para instituciones y de programas de formación.
Se hace énfasis en la necesidad de programas sólidos de formación continua, relacionados con el trabajo cotidiano de las escuelas, esto en el campo del desempeño docente. En este sentido, es un acuerdo en Latinoamérica la importancia de instalar sistemas de evaluación del desempeño de los profesores en ejercicio, como de las competencias al egreso de la formación de los nuevos maestros; por último, evaluaciones que deben basarse en estándares, consensuados con los gremios docentes y las organizaciones sociales.
La realidad de Chile
En la realidad de Chile, los esfuerzos han estado en este mismo sentido, claro que con una marcada característica: siempre las intervenciones de las políticas públicas en todas las etapas de la trayectoria docente han sido tardías o reactivas a la explosiva oferta/demanda del mercado.
Sólo para explicar mejor mi planteamiento, se puede analizar la explosiva demanda por educación terciaria, que ha llegado a expandir las matrículas de las universidades hasta un 600% sólo en el periodo 200-2008. Aunque no se puede obviar que esta gran demanda es un signo claro de un Chile que está cambiando, no se puede desconocer la evidente falta de control en este fenómeno.
Es así como hoy vemos, con cierto espasmo, los cuestionamientos a la Comisión Nacional de Acreditación, creada en 1999 con el fin de evitar el grave cuestionamiento que hoy viven las universidades. Un tema que se desprende de este proceso es la evidente falta de control en los sistemas de selección y acreditación de los programas de formación docente, situación que se expresa en los bajos resultados que reporta la prueba INICIA como consecuencia de este fenómeno.
En mi opinión, la generación de políticas públicas que apoyen el desarrollo del país en un ámbito tan sensible y estratégico como es el sistema educativo se ha caracterizado por su tardía intervención y, en algunos casos, su indiferencia frente al problema.
Coincidimos con la experta en educación Darling Hammon, quien plantea que en ocasiones las políticas públicas se vuelven iatrogénicas, elegante forma de decir que las políticas públicas queriendo mejorar enferman al sistema.
En mi opinión, sumado a la tardía reacción ya comentada anteriormente, hoy se ha instalado una política pública ligada a la rendición de cuentas que apuesta al levantamiento de estándares y la aplicación de evaluaciones estandarizadas para controlar y reportar la efectividad de las medidas aplicadas.
Nos referimos a los estándares para educación básica y correspondiente dossier de pruebas SIMCE, así como al levantamiento de estándares para la formación inicial y su correspondiente prueba INICIA, sumado al proyecto de ley sobre carrera docente, iniciativa ingresada el 29 de febrero de 2012, donde se proponen la aplicación de nuevas pruebas para la evaluación de desempeño. Todo lo anterior no hace más que enfermar al sistema.
Contradicción y enfermedad del sistema educativo
El levantamiento de estándares orientadores del desempeño representa un avance para el mejoramiento del sistema educativo.
Sin embargo no dejo de criticar la baja participación de los actores involucrados en la creación de estos estándares, en especial la exclusión de los docentes, que los ha dejado -en cada proceso de construcción de estándares- fuera del proceso deliberativo, relegándolos en calidad consultiva (como lo expresa el estatuto docente) y no resolutiva, en materias que por su naturaleza están en la base de la construcción profesional y me atrevo a decir de la identidad profesional docente.
Finalmente el resultado de éxito y fracaso asociado a las evaluaciones estandarizadas entregan un mensaje muy claro, sobre un método que sindica como una estrategia de éxito del sistema la responsabilidad profesional individual, (como se puede observar en el esfuerzo que hacen las familias para sacar adelante a sus hijos), en el resultado individual de un estudiante de pedagogía, que por vocación se ha integrado a una carrera de pedagogía, y en el resultado de un docente que aisladamente hace su trabajo.
Este mensaje levantado por las políticas educativas dispuestas para los docentes, contradice y enferma al sistema educativo, que pretende movilizar los logros culturales de una nación a favor de la justicia social.
Fuente: Revista Perspectiva